martes, 30 de marzo de 2010
Nuestra Sangre eléctrica
ES-ti_mula
Socia-bi-li-dad.
Nuestra Sangre eléctrica
ES-ti_mula
Socia-bi-li-dad.
domingo, 14 de marzo de 2010
orgánico
El pentágono agoniza.
Se percibe transcontinentalmente
su quejumbrosa respiración de
portaviones que despega hacia la nada.
Aún así, tendido en su lecho de
alas rotas y sondas apagadas, da
manotazos de sus marines
ahogados, y tanto es su
número que provoca maremotos
de anónima amnesia.

Venas secas que su sed
tantas desigualdades ha
generado. Pozos negros
de diálisis subterranea
fueron saqueados en nombre
de tantas santas causas,
que ya la desgracia
ha tomado por suya
el disfraz del negro
serpentear de olesos
humos.
Y aún en su lecho de muerte,
no cansa de entretenerse
con los rostros de pavor
que se esgriman en
aquellas víctimas que
corren su misma suerte,
adquiriendo su misma respiración,
su pálpito de ceguera,
su sed de sangre nueva.
miércoles, 10 de marzo de 2010
La entrada a la caverna
ha sido interceptada por mi mirada.
Admiraba como ella abría sus ancas
para que yo sorbiese de su manar manantial.
Mediodía calcinante, preámbulo del
cotidiano deambular.

Caverna,
fuego averno evaporado;
contínuo, como alado.
Las sombras danzaban en ella,
se proyectaban dionisíacas
bramando que provenían
de un vástago del sol.
Sol idílico;
ilícito solsticio
de un copular profundo y vago.
Mordidas sórdidas y sonoras,
sondando lo profundo de
todo aquello que pretenden
ignorar.

Caverna,
lugar del cual han desertado los vientos
inhibidos por la percepción de poder;
ahuyentados por la intuición
de un próximo corromper.
Sequedad en los labios y en el pensar;
Oquedad albergante de discipulos
libres de todo pasar.
Si, plantados de pies y libertad;
ellos, anclados, proclaman su marchar,
pero ni avanzan ni se han de quedar,
sus cuerpos pronto los desentenderan.

No mirar, no mirar, girar, tornar.
Torniquete sideral.
Anillos de saturno a los cuales esposar.
Comprados en un libro con leyes,
parábolas, e hiperbolas literarias
a las cuales abrazar;
se encuentran las máximas que tragamos
sin salivar.

Batallas desgarradas en proyectores de cine
que emulsionan emisiones de emociones
practicadas a su contraluz, promulgando
pantomimas comulgadas en el cuerpo
que se tiende tiernamente sobre la
arena sacrificada a su desplegar de entregas
samaritanas, marítimas, e invasiones
bárbaras agarrotadas; aporreadas
contra las eclosiones de amarronadas
proyecciones de mapas para guiar
al karma hacia su próxima figura
zoodiacal.

Trazando elípticas epilepcias,
la turbulencia de los zumbidos
elaboran raudas líneas que delimitan
puntualmente punteados los contornos
del no retorno.
Mas mis órbitas se aventuran
en aquel sonido ausente.
Ellas, copernicanas,
fueron destinadas a la hoguera
de la ignorancia, avalanzadas
por un sin fin de rostros sin
temperamento.
Témpanos, tapados tímpanos
de las hipnóticas campanadas.
Hipócritas voces avanzan sobre
corceles a todo galope,
empuñando espadas amputadoras
de sabiduría y blandiendo seños
de cabezas amputadas de futuro.

Luego del estrépito,
el frío se me tornó intangible.
Allí donde me topé con tantas
figuras talladas a hielo de corazón,
era donde más podía respirar a placer.
Al costado del corazón, la marca
de la puñalada de la paz,
al costado del hemisferio
motriz, el diapasón de
mi propia voz.
Mirando con la cabeza
en pleno exorcicio,
pude saborear como
los ejércitos alados
eran en realidad aliados
del blanco por aparecer.
Él los recibía tal
cuan portaviones
a sus sónica
primogenia,
librandose de la labrada
destinación al asco y el pudor.

Donde kurosawa soñó con túneles,
mis ojos elaboraron cavernas.
Las tropas del primero
son las envestidas aladas
de la mía. Mas, los puntos azulados
se tocan en sus extremos como
cintas de moebius.
Las orugas de los tanques
simulan su mismo vector,
elevando tangencialmente
su falo de metal, disparando
semillas que sólo terror sembraran, y,
es hasta el horizonte del universo,
donde se oíran los murmullos
de la extinsión de la humanidad.
viernes, 5 de marzo de 2010
.101.
Geométricamente distante a aquello que
se le opone mediante contornos poco definidos,
se encuentra lo que realmente no quise albergar
dentro de mi verdad.
El resplandor de su tactil división y reunión
me trajo recuerdos de los viajes perpetrados
dentro de los fotones. Un pasaje que a mi
entender sólo unas pocas y dilatadas
entropías se animan a rociar sobre su
dinamismo. El pestañar se tornó de un
momento al siguiente no momento en
una trabajosa metáfora de los derretimientos
bajo causas injustificadas de lujuria.
Pisar aquel incierto teorizar
me contrajo hasta el hito donde
no era más que un sangriento cordón.
Y estos viajes astronáuticos sólo
pueden remitirme a ello,
al retorno a la fetal fatalidad.
El grito fue de color naranja
ésta vez.


se le opone mediante contornos poco definidos,
se encuentra lo que realmente no quise albergar
dentro de mi verdad.
El resplandor de su tactil división y reunión
me trajo recuerdos de los viajes perpetrados
dentro de los fotones. Un pasaje que a mi
entender sólo unas pocas y dilatadas
entropías se animan a rociar sobre su
dinamismo. El pestañar se tornó de un
momento al siguiente no momento en
una trabajosa metáfora de los derretimientos
bajo causas injustificadas de lujuria.
Pisar aquel incierto teorizar
me contrajo hasta el hito donde
no era más que un sangriento cordón.
Y estos viajes astronáuticos sólo
pueden remitirme a ello,
al retorno a la fetal fatalidad.
El grito fue de color naranja
ésta vez.


nocturama en phantasmagorias.
Ojos de un reptil que deslizandose sobre
su tabla de surf abdominal han captado
la privacidad de los momentos que
alguna vez vislumbraron una pisca de precariedad.
La edad de éstas retinas atentas
a causa del insomnio atemporal,
acusan una sabia distinción de medalla en pecho
y estilo crol al navegar sin pestanear.
Los dejo conla entrega de éste panorama,
en el cual mi piel se vio plagada de tiempo escrita
en diminutas escamas con espinas.




su tabla de surf abdominal han captado
la privacidad de los momentos que
alguna vez vislumbraron una pisca de precariedad.
La edad de éstas retinas atentas
a causa del insomnio atemporal,
acusan una sabia distinción de medalla en pecho
y estilo crol al navegar sin pestanear.
Los dejo conla entrega de éste panorama,
en el cual mi piel se vio plagada de tiempo escrita
en diminutas escamas con espinas.




Suscribirse a:
Comentarios (Atom)















