Muchas veces
te he sentido
como a una estrella
pero no en el sentido
trillado de lo inalcansable,
sino que me quedo observando
tu titilar, me pregunto si
realmente te encuentras allí
transmitiendome tu vibrar
o si en realidad ya te has
apagado quien sabe hace cuanto.
Es en aquellas veces,
que ya no son tan muchas,
cuando me quedo absorto,
observando cualquier
indicio que me pueda
otorgar alguna certeza,
algún guiño irregular,
algún haz de luz de más,
algo que te delate
dentro del terciopelo azul
en el que te refugias.
Pero bien podrías;
debido a la distancia
y al tiempo,
haberte convertido
en un agujero negro,
aquella entidad
que absorbe
todo dentro de si,
aquel maelstrom
que hunde los barcos errantes,
aprovechando el amotinamiento
de los trazos desesperados
de aquellos artistas que
adoran matar a su obra.
Suenan las últimas teclas,
el acorde incompleto
sesgado de dedos aprendices
segregado a lo largo
los surcos de las partituras
donde alguna vez florecieron
los peligros que tanto te incomodaban
y que te hicieron tan condenadamente salomonica
lunes, 26 de noviembre de 2012
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