miércoles, 28 de abril de 2010
viernes, 16 de abril de 2010
Zip Zap RAP
He aquí algo que no suelo pisar,
son los terrenos ajenos al piso,
ajenos al ajenjo puesto que
anterior a ello fue el rappé.
Las personas comenzaron a hundir
sus narices en aquello sustancia,
la droga de moda del 1800,
y para 1920 ya estaban más pasados
de rosca de lo que era recomendable.
He aquí una prueba de ello.
Los Años Locos
(1920)
No contentos aún con tanto descontrol,
la gente comezó a deprimirse debido
a la falta de acción. Los límites
habían sido empujados fuera del bar,
las botellas rotas formaban nuevos caminos,
ellos conducían zigzagueantemente hacia
la cuna empantanada.
Es allí, donde el algodón se convirtió
en escopeta, y la escopeta en pandereta,
y para acompañarla se empuñaron guitarras.
Es de ésta manera que les presento
la siguiente canción de proto-rap.
Leadbelly - Pick a bale of cotton
(1945)
Nuevas drogas comenzaron a circular
por las venas, en los ojos se notaba
la desprolijidad del pelo,
puros argumentos, panfletos,
panes flatulentos de reacción a la
opresión, presión sanguinea en
las anguilas que crecieron
formando nuevamente nuestros nervios.
Cuando la situación no dio para más,
éste blanquito se puso a repear.
Bob Dylan - Subterranean Homesick Blues
(1965)
No se como presentar lo que sigue,
ignoro porque le dí éste lugar,
pero varias personas afirman
que ésto puede ser rap.
Adriano Celentano - Prisencolinensinainciusol
(1972)
Todos más blancos que la cal,
¿Qué les parece?
Mirenla a ella,
incandescente como una estrella.
Blondie - the rapture
(1980)
Blondie - Rapture
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En algún momento de la historia,
se cometió un gravísimo error,
los científicos no le encuentran
razón, pero ésta abominación
fue el producto del largo punk rock.
DEE DEE KING (RAMONE) - Funky Man
(1989)
Muchas voces bronxeras
luchan a lengua abierta
y cuchara destapada
para que la siguiente canción
sea considerada como el origen
del rap. Me resulta bastante
gracioso, dado que la música
se trata ni más ni menos que
la de Chic, good times.
En fin, aquí les dejo
a los ponderados.
( ¡¡¡¡Viva satana!!!! )
The sugar hill gang - Rapper's delight
(1979)
La cosa se fue desvirtuando,
me da vergüenza ensuciarme
con 'esto', pero bueno,
es un gran ejemplo de lo que
uno NO debe de hacer jamás,
jamás, jamás de los jamones.
Vanilla Ice Ninja Rap - Go Ninja, Go Ninja GO!
(1991)
Los siguientes sujetos
se tomaron la medicación
para retornar en el tiempo,
o bien se jalaron la pastilla
roja que le ofreció morpheo a neo.
Quien sabe, el hecho es que
a falta de ideas...
INXS - Mediate
(1987)
No podía cerrar la tangente
exponencial, sin mostrar un poco
de la s curvas que participaron en
el rap. chanannnnnnn.
Sir Mix-A-Lot - baby got back
(1992)
jueves, 15 de abril de 2010
Teníamos que decidirnos ya,
pero estabamos muy estropeados
como para ello;
la huída del alma de la aldea de la flor
nos había lacerado las manos.
Nos era imposible realizar
algo diferente que sostener
la posición de la
galantería del novecientos.
Teníamos que decidirnos ya,
saltar al vagón del otro,
a ese tren que desenfrenaría los
descarrilamientos,
pero nuestros operarios
eran cómplices de la justicia
y habían olvidado sus espadas.
De espaldas a nuestros asientos,
marchabamos con sendas banderas
al hombro, cada cual dentro de
su corral, en lugar de pisotear los
imaginarios armarios, aquellos
que encarcelaban los suspiros
de los asentimientos provocados
por nuestras mudas sonrisas.
Cada tanto nuestros corazones se
apaciguaban varados en la misma estación,
eran en esas ocasiones cuando
nos observabamos mutuamente,
mas los brazos proseguían encerrados,
imitando las posturas de nuestras mentes...
los tuyos orinando materialidades,
los mios disgregando astro-atrocidades.
Teníamos que,
olvidarlo,
el ya es nuestra voz,
nuestro horizonte,
mas nos encontramos situados en
diferentes trópicos,
trepanando al tiempo y a sus esclavos,
dialogando acerca de aquello
que deviene en vano.
Tenía que despedirme,
ya.
pero estabamos muy estropeados
como para ello;
la huída del alma de la aldea de la flor
nos había lacerado las manos.
Nos era imposible realizar
algo diferente que sostener
la posición de la
galantería del novecientos.
Teníamos que decidirnos ya,
saltar al vagón del otro,
a ese tren que desenfrenaría los
descarrilamientos,
pero nuestros operarios
eran cómplices de la justicia
y habían olvidado sus espadas.
De espaldas a nuestros asientos,
marchabamos con sendas banderas
al hombro, cada cual dentro de
su corral, en lugar de pisotear los
imaginarios armarios, aquellos
que encarcelaban los suspiros
de los asentimientos provocados
por nuestras mudas sonrisas.
Cada tanto nuestros corazones se
apaciguaban varados en la misma estación,
eran en esas ocasiones cuando
nos observabamos mutuamente,
mas los brazos proseguían encerrados,
imitando las posturas de nuestras mentes...
los tuyos orinando materialidades,
los mios disgregando astro-atrocidades.
Teníamos que,
olvidarlo,
el ya es nuestra voz,
nuestro horizonte,
mas nos encontramos situados en
diferentes trópicos,
trepanando al tiempo y a sus esclavos,
dialogando acerca de aquello
que deviene en vano.
Tenía que despedirme,
ya.
jueves, 1 de abril de 2010
La oscuridad que resplandece al otro lado del intersticio aéreo
seduce a que mis sentidos se desvanezcan en su interior.
Oscuridad, tangible radiación, que develas el secreto interior;
abasteceme con tu sabiduría de amorfas energías desconocidas.
Descolorido y desganado,
sentado en un incomodo y artificial asiento,
disfruto de mi bebida y me elevo por sobre las demas almas
gracias al distanciamiento producido por la arquitectura.
Pocos sonidos son los que llegan hasta mi,
excepto aquellos provenientes de los monologos
zoofilicos que pronuncian los clones reposados
sobre el fétido colchón semejante
a una isla de medianoche.
Es allí, entre las condiciones confortables,
donde me fio en el extender mis extensibles
extremidades, sin acaso medir las secuencias;
cuando, siento que sobre mi cae una mirada.
Cae cuan cometa sobre el desierto de las entrañas,
pluma de castillo ambulante, trovador trabado en
las puertas del exilio ensoñador.
Su timbre sintético vibra sobre mi piel
tan pálidamente que la confundo por Luna de
mis días fuera del tiempo.
Porque éste momento es atemporal,
es una constante perdida dentro de la diagonal
que me aleja de todos los seres que aparentemente
rotan repeliendose y atrayendose de mi epicentro.
Un juego a fin de cuentas, sintético, fototrópico
tal como los rostros dentro de un marco fotográfico,
amplias sonrisas tratando de invadir territorios de papel,
y el flash que inicia el incendio, las peleas, los gritos
en la noche donde el pie trastabilló,
dejando caer la lámpara de querosén,
y el granero, el heno, las fotografías de la
zoofilia, todo aquel chantaje, finalmente,
con un click del flash al olvido.
Lo fotosintético,
fotocopia a gran contraste del establo.
La cultura del trabajo,
de las corbatas que nos atan a los escritorios,
de los escrotos rasurados
de nuestros superiores por incompetencia,
y nosotros los malabaristas,
sosteniéndolos en el aire,
para que no caigan en la cuenta
de su inutilidad de hormiga Reina.
Toda monarquía tiene su corona
y toda corona sus joyas, y
cada una de ellas un resplandor,
y a cada resplandor le corresponde un astro,
cada astro corresponde a una galaxia.
De la corona a la galaxia en menos de cinco pasos
y el ser humano se desloma construyendo cohetes.
La oscuridad y el espacio.
El espacio se torna un desierto por las noches.
Aquella oscuridad nos permite ver más que el día,
porque vemos más allá de nuestro planeta.
Y gracias a la noche es que
poseemos las diurnas ocupasiones,
las quimeras personales que se insolan bajo
fluorescentes tubos que le resultan insuficientes
a las plantas para subsistir.
Y es por ello que ellas espían a
través de la noche,
es por ello que me interpelan
desde su puesto de vigilia,
desde ese sopor de teclados
y fósforos monocromos apagados,
desde aquella radiación de vocablos
que rotan rancios alrededor de labios
sin poder de succión,
sin poder de satisfacción personal.
Y es por ello que se masturban,
por ello contratan a las secretarias
de rostros poco benignos,
es a causa de las plantas,
que debido a la fluorescencia
efervescente, se resignan a exalar
su pulso de vida en forma de cabono,
logrando asfixiar al superior,
a su amante disfrazada de
tomadora de recados,
y a todas las maquinarias
que queriendolo o no
conforman un más allá
del más allá de aquella ventana
nocturna, aquella que me sonríe
mientras se disuelve en el espejismo
de la pecera.
seduce a que mis sentidos se desvanezcan en su interior.
Oscuridad, tangible radiación, que develas el secreto interior;
abasteceme con tu sabiduría de amorfas energías desconocidas.
Descolorido y desganado,
sentado en un incomodo y artificial asiento,
disfruto de mi bebida y me elevo por sobre las demas almas
gracias al distanciamiento producido por la arquitectura.
Pocos sonidos son los que llegan hasta mi,
excepto aquellos provenientes de los monologos
zoofilicos que pronuncian los clones reposados
sobre el fétido colchón semejante
a una isla de medianoche.
Es allí, entre las condiciones confortables,
donde me fio en el extender mis extensibles
extremidades, sin acaso medir las secuencias;
cuando, siento que sobre mi cae una mirada.
Cae cuan cometa sobre el desierto de las entrañas,
pluma de castillo ambulante, trovador trabado en
las puertas del exilio ensoñador.
Su timbre sintético vibra sobre mi piel
tan pálidamente que la confundo por Luna de
mis días fuera del tiempo.
Porque éste momento es atemporal,
es una constante perdida dentro de la diagonal
que me aleja de todos los seres que aparentemente
rotan repeliendose y atrayendose de mi epicentro.
Un juego a fin de cuentas, sintético, fototrópico
tal como los rostros dentro de un marco fotográfico,
amplias sonrisas tratando de invadir territorios de papel,
y el flash que inicia el incendio, las peleas, los gritos
en la noche donde el pie trastabilló,
dejando caer la lámpara de querosén,
y el granero, el heno, las fotografías de la
zoofilia, todo aquel chantaje, finalmente,
con un click del flash al olvido.
Lo fotosintético,
fotocopia a gran contraste del establo.
La cultura del trabajo,
de las corbatas que nos atan a los escritorios,
de los escrotos rasurados
de nuestros superiores por incompetencia,
y nosotros los malabaristas,
sosteniéndolos en el aire,
para que no caigan en la cuenta
de su inutilidad de hormiga Reina.
Toda monarquía tiene su corona
y toda corona sus joyas, y
cada una de ellas un resplandor,
y a cada resplandor le corresponde un astro,
cada astro corresponde a una galaxia.
De la corona a la galaxia en menos de cinco pasos
y el ser humano se desloma construyendo cohetes.
La oscuridad y el espacio.
El espacio se torna un desierto por las noches.
Aquella oscuridad nos permite ver más que el día,
porque vemos más allá de nuestro planeta.
Y gracias a la noche es que
poseemos las diurnas ocupasiones,
las quimeras personales que se insolan bajo
fluorescentes tubos que le resultan insuficientes
a las plantas para subsistir.
Y es por ello que ellas espían a
través de la noche,
es por ello que me interpelan
desde su puesto de vigilia,
desde ese sopor de teclados
y fósforos monocromos apagados,
desde aquella radiación de vocablos
que rotan rancios alrededor de labios
sin poder de succión,
sin poder de satisfacción personal.
Y es por ello que se masturban,
por ello contratan a las secretarias
de rostros poco benignos,
es a causa de las plantas,
que debido a la fluorescencia
efervescente, se resignan a exalar
su pulso de vida en forma de cabono,
logrando asfixiar al superior,
a su amante disfrazada de
tomadora de recados,
y a todas las maquinarias
que queriendolo o no
conforman un más allá
del más allá de aquella ventana
nocturna, aquella que me sonríe
mientras se disuelve en el espejismo
de la pecera.
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