domingo, 30 de septiembre de 2012

Reverendo recuerdo

Obedecimos al viento
pasajeros de la noche
retornamos a la tierras
del reverendo negro

los faroles 
bailaban pendidos 
ejecutados públicamente
aguardando el cambio de estación

La sal era palpable en
el aire que colmaba las veredas
el silencio cristalino
los apurados pasos hacia el umbral.

Los caminos bifurcados que habíamos tomado
confluyeron en las maletas rojas que yacían
en el centro de la habitación;
aquella era mi única garantía.

El severo mirar
de las afectuosas palabras
acompañaban la labor
del reverendo.

Supo ofrecerme asilo
mientras recorría
el pueblo en tu búsqueda

La iluminación era escueta
pero acojedora,
la calidez se desprendía
de las descascaradas
paredes de las casas,
se incorporaban
cuan las sombras
de las personas
que solían recostarse
contra ellas.

De nuevo
sobre el flotante piso
un verdadero cementerio
de cromo, hierro
y frases de fantasía,
el hermano de aquel
las uñas del otro
habían legado
recuerdos de los ojos de charly.

No pude volver a
ver tus pies,
ni tu equipaje,
ni tu adios;
serán otros
cuatro años
quizás
sólo quizás. 

sábado, 29 de septiembre de 2012

curryculum

Sumido en el ostentoso resplandor
la palabra fue fuego, la lengua vacío
la blanca promesa blasfemada sobre el altar
se mecia sin mesías
bajo el sólo mencionar del arribo.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Nor man día, no man landia

Norman, día
¿Te arde?
No che.
El proyectil
de la luna
a Méliès
por la espalda
la espada se le escapó
de entre las manos
bajo las trincheras
donde el topo
ajusticiaba a los clérigos
que brindaban con clericó;
todos proclericaban la santa
unción del pan en la oliva
mientras lo salteaban con ajo y oregano.
La oreja es el regalo perfecto
para aquellos que desean
salvar las amistades
que en balsas
embalsaman
los atardeceres de tahití.
Norman, día,
no che,
Te arde
de seguro
aquel incendio
así es
era muy diferente
señor scott
muy diferente
la ciudad
las cavas
de la celebración
creadas por la ceguera de
los topos
comandados
por Norman
con los días contados
cortados por trincheras
que se escapaban de entre
las manos de Felipe
Feliz el final del cuento
quizás de canto caiga
cuando se abra el libro
para volar
hacia otros costados tuyos
yaciendo entre sábanas
osadas cuan banderas
revoloteadas aeroplanamente
ni tan tan ni muy muy
sólo de día
y arde
la ciudad
cuidada
sitiada
por todos los Francos derechos
mas los izquierdos caseros
explotaban antes de llegar a destino
mensajes dentro de las botellas
intolerantes a la lactosa
reacios a mamar de los pechos
de las vacas flacas
por miedo a caer
en el criar de nuevos
rómulos sin remos
vagando a la deriva
la mordida
que lamemos
de serpientes
que aman su naturaleza
y profieren símbolos
de combate
símbolos para ambas partes.
Norman, tarde,
siempre tarde
no che,
sólo a destiempo
estalla Normandía.

viernes, 21 de septiembre de 2012

no quiero más títulos


A) Baobabs suricatas con chimenea de silbato de tren de 1800, pulpito de escafandra.






B) Amputación en cámara lenta de una mantis religiosa que le perpetraron un robo de manta
     alfombra gran lebowski mientras leía tendida un libro de bukowski, pájaro azul, ¿donde estás?

tituleame la entrada y tuteame



Aluros
machetes en la noche
que cortan con la densidad
de la explotación
expropiada
la pisada
el pasar horas
contemplando
constelaciones
entramadas por el cañamo
durante el transcurso
de una fría mirada
a través de la óptica
de los cofres
ofrecidos a los orfebres
para bracear
en la tahitiana
empresa de
atravesar hambrunas
y cadenas

título de la entrada



La envestidura,
armadura de otro tiempo,
hoy tiburon, aborto filoso
del alboroto,
hoy remolinos,
mares de vibraciones
pero para nada orgullosas
todas rasgadas,
pordioseras,
rezagadas en los vestigios
de las envestiduras,
ablandadas por
el blandir del tiempo
en la empuñadura
del grito
violeta
violenta oleada
del quasar
el cuarzo blanco
que de la arena
rema tratando
de alejarse
de la orilla
de tus ojos
el rabioso
rabillo
falso ladrido
labrado durante noches
de tempestuosa tormenta
fresca que ron
y velas isadoras
bucaneras duncan
que se vieron enrrolladas
en la modernidad del giro
sobre dedos de yeso
calcados en los costados
de tu sombra
que de sobra
sabía
que el blandir
del empuñar
es la arena
en tu puño
que cae
sobre montículos
de otras arenas
que de playa
se forman
y decoran
el reloj
que miras
asiduamente
durante la batalla.