Obedecimos al viento
pasajeros de la noche
retornamos a la tierras
del reverendo negro
los faroles
bailaban pendidos
ejecutados públicamente
aguardando el cambio de estación
La sal era palpable en
el aire que colmaba las veredas
el silencio cristalino
los apurados pasos hacia el umbral.
Los caminos bifurcados que habíamos tomado
confluyeron en las maletas rojas que yacían
en el centro de la habitación;
aquella era mi única garantía.
El severo mirar
de las afectuosas palabras
acompañaban la labor
del reverendo.
Supo ofrecerme asilo
mientras recorría
el pueblo en tu búsqueda
La iluminación era escueta
pero acojedora,
la calidez se desprendía
de las descascaradas
paredes de las casas,
se incorporaban
cuan las sombras
de las personas
que solían recostarse
contra ellas.
De nuevo
sobre el flotante piso
un verdadero cementerio
de cromo, hierro
y frases de fantasía,
el hermano de aquel
las uñas del otro
habían legado
recuerdos de los ojos de charly.
No pude volver a
ver tus pies,
ni tu equipaje,
ni tu adios;
serán otros
cuatro años
quizás
sólo quizás.
domingo, 30 de septiembre de 2012
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